A todos nos gusta la tecnología, es algo innegable que se aprecia a cada instante, ya sea en mayor o menor medida todos usamos cualquier cosa tecnológica, desde algo grande hasta algo casi imperceptible. Pero a pesar de ello, a pesar de todo ese avance continuo en cuanto a gadgets o aparatos de todo tipo, sin una persona detrás nada de eso habría existido, nos puede gustar mucho la tecnología pero sin las personas que hay detrás todo carecería de valor.
Desde “El futuro de la marmota” siempre hemos apostado por el trabajo humano apoyando a aquellas personas que crean, editan o simplemente promueven aspectos tecnológicos siempre desde un lado de vista humano ya sea en un blog personal o en artículos periodísticos en diferentes medios. Es por ello que sonos conscientes de que detrás de un texto que tardas en leer cinco minutos hay detrás una persona que se pasa horas buscando información y redactando textos.
Siempre se comenta que este lugar es de todos, esto no es otra cosa que aquí son importantes tanto la persona que llega por accidente y se para a leer como aquel que buscando información llega a este sitio o simplemente aquellas personas que ya conocen el lugar y deciden pasarse para ver las novedades. Es algo simpático pero que está ahí, y es que por más que se hable del “nosotros”, algo lo cual creemos que debe seguir siempre igual, este lugar está creado, redactado y editado por una sola persona, como tú que me lees o como tú que pasas por aquí aunque sea por un instante, también hay una vida detrás de estas palabras. Es por eso que esta entrada, como sucede con años anteriores, permite ver o saber, siempre hasta cierta medida pues soy una persona de barreras bastante altas, la vida detrás de este lugar.
Quizás solo era cuestión de coger impulso…
Comencé el año de forma productiva, textos por un lado, ediciones por otro, todo aquello que me gusta hacer, fueron cuatro meses tranquilos pero constantes, una despedida personal de esas que te hacen reir (cuando alguien se aprecia las peleas quedan como anecdóticas) pero nada que se saliese de una tranquilidad agradecida.
Pero cuando en Abril llegó a mis manos el navegador Lagrange, un completo desconocido para mi, comencé a adentrarme en el protocolo Gemini, aquello fue llevándome hacia una informática alternativa y una forma de aprender a caminar por el mundo rechazando grandes empresas, redes sociales y ese amalgama de empresas que, si bien son aceptables, no estaban hechas para mi, comencé a cuestionarme el verdadero sentido de internet y como era posible valorarla de nuevo rechazando tanto los mensajes de odio y comentarios o actitudes que hicieran que hubiesen diferencias entre personas ya fuese por su cultura, físico o por sus ideas. Ya había rechazado la informática “gracias” a Microsoft recuperando el amor hacia ella gracias a Linux, ese mismo proceso comencé a vivirlo quizás de una manera más activa gracias al protocolo gemini valorando más las personas y disfrutando de sitios creados por personas.
Esa lucha siguió avanzando a un ritmo tranquilo. A mediados de Junio viviría un momento que me hizo saber cual es mi lugar. Siempre he comentado que es gustazo ayudar a los demás así que cuando disfruté en un evento ayudando a gente que estaba pasando por un mal momento (permitidme que levante aquí un muro de privacidad) y gracias a un simple gesto puedes cambiar la vida de una persona, supe que mi lugar estaba ayudando, fuese de la forma que fuese, a aquellas personas que lo necesitasen. Ese mismo proceso me llevó a conocer personas sin nombre y valorar más el mundo del arte, el mundo necesita más abrazos y menos mensajes de odio.
Y llegó agosto pero lejos de ser un mes movido fue todo lo contrario, un mes en el que me obligo a parar en el mundo de las letras aunque no en el mundo de la creatividad. Septiembre iba a ser la antesala de algo que no iba a esperar, aunque entre medias hubo un salto de amistad, no se puede gruñir, que lo hago, a quien siempre has apreciado.
Y llegó octubre, bienvenidos al declive…
Cuando una persona de mi entorno más personal acabó en el hospital con un diagnostico nada esperanzador pero estable, el mundo se giró contra mi, debo reconocer que fueron momentos muy duros, pero no el durante sino más bien por todo aquello que rodeaba a ese “durante”. Uno no puede abandonar por lo que tiene que apoyarse en aquello cuanto mejor sabe hacer: ser uno mismo (y ya os digo yo que la persona detrás de estás lineas no es una persona tradicional que se dedique a hacer lo que se espera de una persona adulta, lo siento, esa seriedad no va para nada conmigo). Lo vivido meses atrás eran motivo más que suficiente como para saber que esa forma de ser era necesaria ¿pollos de goma en un hospital? Por supuesto. Puedo decir que a pesar de lo vivido me llevo grandes amistades, gente a la cual no se olvida, abrazos que me gustaría repetir aunque no dependa de mi. Puedo decir que si dejamos entrar a la locura cuando las cosas van mal el resultado es maravilloso.
Por desgracia el declive continuò a pesar de la salida del hospital, no solo por la guerra que iba a tener que vivir tras aquello, la burocracia mata, sino porque, si bien durante la estancia en el hospital tanto sufrimos el corte de una calle que es indispensable como un pequeño incidente con el gas en todo el edificio donde resido o el cambio a más distancia de elementos de uso diarios, a la salida del hospital vaya, parece que la pantalla de tu portátil principal acaba de pasar a mejor vida ¿caer con todo lo vivido? A sacar esa personalidad a relucir: nuevo portátil (conservando el anterior) y a ya de paso varios caprichos más ¿nuevo smartwatch, pirógrafo, bandeja de dibujo led? Pues venga...que ahora viene la lavadora nueva, con un par. Y entre medias la reaparición de alguien de mi pasado, tranquilos no muerdo, la resignación me impide hacerlo.
A sido un año de cambios, de la no aceptación de que tengo que odiar a aquellas personas que, por simplemente pensar distintamente a mi, tengo que odiar o simplemente por tener un físico que socialmente no encaja ¿no encaja donde? No va conmigo así que pienso seguir mi propio camino. Un año de pocas personas pero ¡joder que gustazo las que he conocido! Aunque quizás el lugar y el momento no eran los mejores, pero si lo eran esas personas, y las que ya estaban desde luego. A sido un año con un final duro, no voy a negarlo, pero esa personalidad capaz de hacer autenticas salvajadas para ayudar o hacer reír a los demás, a sido un excelente escudo contra todo aquello que quiso hacerme caer: lo siento, habéis fallado.
Desconozco como será el próximo año, solo espero...nah, no espero nada, me quedo con el presente, con la gente que me rodea, con esos momentos de diversión y de ternura, me quedo con el avance de las teclas, con esos lápices, con esos bolígrafos que siguen hablando tanto. Sea como sea nos vemos el año que viene...o no, eso ya no depende de mi.
Psyko
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