Creo que no somos conscientes…
Y quizás pueda parecer el inicio
a uno de esos textos con aroma a poesía narrativa en los que tan cómodo me
siento. Pero si nos miramos un poco ante el espejo y dejamos de mirarnos al
ombligo, quizás veamos que ciertas cosas son mucho más grandes de lo que
creemos que lo son.
La red somos todos, pero al mismo
tiempo no somos nadie. Podríamos aplicar esta extraña paradoja a que la red, en
su más amplio concepto, no pertenece a nadie pero por otro lado, sin todos
aquellos que navegamos e interactuamos de una u otra forma, la red directamente
no existiría.
Hace ya bastante tiempo (mi
noción espacio-tiempo y otros unicornios rosas con trajes de ballet…) expliqué
una cierta practica llamada “La libertad de los 5 minutos” la cual, y aunque parezca algo absurdo, puede cambiarle el día a alguien.
Pero seamos sinceros: en la red
navegamos a modo personal, nuestro individualismo propio prima por encima de
cualquier aspecto y si bien es cierto que es una conducta totalmente
inconsciente y automática, lo cierto es que es ese mismo individualismo, el que
nos hace cometer errores al creer que bueno…en la red estamos solos.
Es normal ver en plataformas de
vídeo, llamémosle Youtube llamémosle Vimeo o como queramos llamarlo, ver
comentarios despectivos cuando alguien sube un vídeo. Somos una raza que si
puede hacer sangre la hace aunque por suerte no llegamos a extremos radicales
aunque como en toda raza: siempre hay excepciones. Es aquí donde nuestro individualismo
silencioso nos hace perder la capacidad de ponernos en la piel ajena.
Desconozco cuánto tiempo puede llevar un vídeo medio de un youtuber, si tengo
que tirar de conocimiento propio me aventuraría a decir que de la hora y media,
dos horas (entre ideas, planificación, creación, edición, etc…) no hay quien te
las quite ¿Os imagináis la cara del yotuber cuando vea que tras su trabajo
alguien aparte de comentar en negativo, lo pone a parir sin argumentar? No, no
somos conscientes.
No solemos pensar en la persona
que hay al otro lado, llevar una web no se hace en cinco minutos, y gracias si
la llevan varias personas pero como la lleve solo una, el tiempo se duplica.
Una vez leí un comentario en una red social, como una persona solicitaba algo,
la mala fortuna hizo que la ortografía del chico no fuese la correcta. Mientras
docenas de usuarios le soltaban toda clase de salvajadas, uno de ellos decidió
enseñarle sin atacar: te digo algo negativo pero te enseño a evitarlo para la
próxima vez.
Personalmente me da pánico que
leer “te amo” a través de la red pero ¿prohibir? Para nada. Es normal ver como
surgen sentimientos afectivos a través de la red, es algo natural, el arte de
la seducción sigue tan presente en la red como válido. Pero no nos engañemos:
en la red el silencio de una imagen da alas mientras que la palabra nos entrega
además el cielo. ¿Qué significa esto? Que cuando realmente escribimos a
alguien, mostramos realmente quienes somos. Puede sonar poético pero nuestros
silencios dicen tanto como nuestras palabras mientras que nuestro físico no
deja de ser más que un mero objeto en la red.
¿Si somos conscientes de nuestras
palabras en la red? Desde luego que no, estoy convencido de que si pudiésemos
pulsar la tecla borrar segundos después de apretar la tecla intro y enviar algo
escrito a alguien, más de uno y una, lo haría. Otros, quizás los menos, no.
No nos engañemos y seamos
conscientes de la realidad: nuestras palabras pueden cambiar el día de alguien.
De acuerdo: no todo puede gustarnos pero ¿ofender sin argumentos? Solo
conseguimos mostrar una nula capacidad neuronal.
Os puedo asegurar que si nos
ponemos en la piel de la otra persona, ya sea una persona en un chat, un
creador de contenido, etc., se puede conocer gente maravillosa. Y si algo ha conseguido la red, es acortar distancias y hacer que una sola palabra pueda cambiar el día de
alguien.
Y dicho esto…hasta mañana ^_^
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