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viernes, 22 de abril de 2016

Los cuerpos que no debimos aceptar



Sin duda alguna una de las aplicaciones que mayor cuota de mercado está obteniendo este año, no es otra que Miitomo. Una aplicación desarrollada por Nintendo y DeNaA la cual aprovecha todo el potencial de los Mii de Nintendo para crear un hibrido entre chat y red social.

Si nos fijamos un poco la idea ni es nueva ni es original. Sí que es cierto que Nintendo ha sabido aprovechar el tirón social que tienen los Mii para ofrecer un producto más allá de sus consolas, algo que ha sido realmente bien aceptado.

Pero si nos fijamos en la base de Miitomo, y como bien he comentado anteriormente, la idea no es nueva: Second Life, Smeet, Imvu, Habbo, son solo un par de ejemplos simples y directos de aplicaciones, programas, webs, que permiten crearte un alter ego virtual e interactuar con tu entorno. Incluso podríamos añadir en este punto incluso podríamos mirar de manera tímida a muchos videojuegos los cuales ya permiten personalizar nuestro personaje para que la experiencia de juego sea más inmersiva.

Pero si nos fijamos un poco, en este tipo de aplicaciones que nos permiten crear avatares, ya existen una serie de patrones estéticos. De acuerdo: todo depende de que aplicación usemos ya que, y como es de esperar, cada aplicación tiene su estética propia. No es hasta que no profundizamos en la base, que no es otra que la creación de avatares, que vemos como se repiten unos valores estéticos que nada tienen que ver con la realidad.

Seamos realistas ¿alguien ha visto algún avatar con algunos kilillos de más? Pongamos un ejemplo un tanto simpático pero de forma que todos nos entendamos: el típico cazador de dragones, un tipo virtualmente musculado, repleto de tatuajes, poca ropa, muñequeras de metal y siempre enfadado. Seguramente de nombre le pondríamos Ragnak, DragonKiller o alguna cosa similar. Pero qué pasaría si amoldamos ese cazador de dragones a la vida real (y dejando de lado que en la vida real no hay dragones claro, pero imaginemos), en la vida real Ragnak, DragonKiller o como le quisiéramos llamar, se llamaría Paco, tendría algo de tripilla cervecera, vestiría unos tejanos, tendría el pelo corto, algo de pelo en el pecho y el gimnasio lo conocería porque está frente al bar, las cosas como son.

Sin llegar a tales extremos lo cierto es que nos guste o no los avatares virtuales no se asemejan en nada a la realidad. Quizás nos estemos acostumbrando a aceptar unos cánones estéticos virtuales que nada tienen que ver con la realidad. De acuerdo: a todos nos gustaría ser más altos, tener un cuerpo de gimnasio, ojos azules o verdes intensos o cosas similares. Y el problema radica en que el mundo de la informática nos ha enseñado a que eso es posible sin necesidad de levantarnos de la silla, una idea que, y una vez más, nos debería hacer dudar de nuestros pasos evolutivos.

Es por eso que no es de extrañar que hoy en día, las relaciones, sean del tipo que sean (afectivo, amoroso, etc.,) por la red se basen en el principio de la atracción virtual física. Y es justo ahí donde radica nuestro error: basar nuestra afectividad hacia una estética virtual. La idea de que solo somos libros en blanco en el que otras personas, aquellas que se cruzan con nosotros o nosotras, a lo largo de nuestra vida, van rellenando, es mucho más realistas que la estética virtual de un simple avatar.

Nuestros avatares son estética, es como si nos limitamos a elegir un libro tan solo por su portada. Pero quizás nuestra comodidad a la hora de hacernos un alter ego virtual que cumpla nuestros sueños estéticos, puede más que el hecho de levantarse, hacer deporte, o, y creo que esto es lo más importante, quererse a uno mismo tal y como es. Cuando nos creamos un avatar podemos llegar a mimetizarnos con este llegándonos a creer ser ese avatar.

Nos hemos acostumbro a aceptar unos determinados cánones virtuales que para nada se asemejan a la realidad, y lo más cruel de todo: hemos aceptado esos cañones que otras personas como nosotras, han dicho que son los correctos.  Seguramente si aprendiésemos a ser lienzos en blancos, dejando de lado cualquier aspecto estético, podríamos decir que somos una raza evolucionada y tenemos ideas propias y personales, pero hasta que eso sucede seguiremos bajo la senda de la estética virtual preestablecida.

Y dicho esto…hasta mañana ^_^


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