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viernes, 30 de junio de 2017

El silencio de la libertad



Quizás, solo quizás, no somos conscientes…

Sucede algo curioso y es que hasta que no vivimos una situación, no nos damos cuenta de ciertas cosas o ciertos sucesos que son mucho más habituales de los que creemos estar acostumbrados.

Debemos ser sinceros, y sinceras claro, uno de los inventos más indispensables hoy en día no es otra cosa que la electricidad. En este punto sí que habría que realizar un “pequeño” matiz: la electricidad, como tal, es un descubrimiento, no un invento. Aclarado este punto, podríamos preguntarnos ¿podríamos vivir sin electricidad?

Sea cual sea el enfoque que se le dé, está claro que no sería posible, tampoco sería cuestión de añadir una de esas palabras que no entran en mi diccionario aunque en este punto volveríamos a un bucle que no viene al caso. Podríamos decir sin temor a equivocarnos, que algunos descubrimientos, son prácticamente básicos para el ser humano.

Soy de la opinión de que la especie humana si tuviese que comenzar desde cero, iría un poco perdida. Es una idea un tanto simpática pero pongamos al ser humano actual en un planeta intacto, en este apartado entraríamos en un simpático juego de teorías en el que habría infinidad de ideas.

Dejando de lado juegos, podríamos preguntarnos ¿podríamos vivir un solo día sin electricidad? Está claro que en este punto, todo cambia drásticamente, el ser humano es una especie que puede adaptarse a inmediatez más absoluta pero no a la posible inmediatez, que aunque parezca lo mismo existen ciertas diferencias.

Realicemos un curioso juego: nombremos todas las ocasiones en las que usamos la electricidad en veinticuatro horas. Seguramente el número de acciones relacionadas con la electricidad, será realmente elevado.

En este punto, volvemos al inicio de esta entrada. Uno de los ejercicios-experimentos más alucinantes y satisfactorios que podemos realizar hoy en día, no es otro que pasar un periodo “X” sin usar elementos-acciones donde intervenga la electricidad y eso incluye: neveras, microondas, lámparas, etc. Está claro que no podríamos extender este experimento demasiadas horas (inmediatez versus posible inmediatez) pero si al menos doce horas despiertos.

Una de las frases que forman parte de filosofía de vida no es otra que “no hay nada más divertido que aburrirse”, puede sonar contradictorio pero realizando el experimento, se le encuentra valor e importancia a dicha frase. La electricidad es prácticamente indispensable pero dejarle descansar también resulta mágico, no solo vamos a escuchar sonidos que habitualmente quedan solapados sino que vamos a redescubrir el placer del tacto, incluso el olfato tendrá sonido, podríamos decir que nuestros sentidos cobran vida propia.

Las conclusiones a las que se llega con este experimento no son otras que la electricidad está muy bien pero que también va bien darle vacaciones. Por un lado vamos a redescubrirnos, a tener ese tipo de charlas con nosotros (y vosotras) mismos/as que acaban siendo realmente alucinantes y que nos ayudan tanto a conocernos mejor como a sorprendernos. Me atrevería a decir que darle a la electricidad, unas pequeñas vacaciones, es una de esas experiencias mágicas que sorprenden por los resultados.

Está claro que la electricidad forma parte del ser humano…igual que su libertad.


Y dicho esto…hasta mañana  ^_^

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