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viernes, 6 de octubre de 2017

Cuando fuimos libres



Cuando llegó a mis manos uno de esos discos teóricamente antiguos, más propios de un ayer que no volverá (pero que por otro lado, y tirando de ciertas teorías básicas, siempre estuvo ahí), comencé a replantearme ciertos aspectos propios de nuestro ahora más inmediato.

Quizás podríamos deducir que nos estamos moviendo hacía términos musicales pero nada más lejos de la realidad. Existe un hecho innegable: el mundo avanza, vivimos en un mundo de constante movimiento y es justo ahí donde podemos comprender el siguiente enfoque ¿consiste la evolución en caminar hacia adelante con los pasos del ayer? Tirando un poco de sensatez podemos comprender que el mundo es redondo por lo que cualquier camino siempre tenderá a pasar por un mismo lugar. Podríamos decir que avanzamos hacia adelante desde un punto de partida al cual, si o si, volveremos.

Los avances tecnológicos están ahí pero del mismo modo estos nos están haciendo comprender que quizás, siempre es bueno reconocer cuales fueron nuestros orígenes.  Uno de esos ejemplos claros de la aceptación del ayer en el sector informático, lo encontramos en el mundo de los emuladores, es innegable que existen títulos en el sector de los videojuegos, realmente alucinantes. Y resulta curioso: los emuladores siguen gustando. Viviendo en una época de videojuegos alucinantes encontramos que la base de los emuladores, que no es otra que la diversión directa, sigue gustando.

Curiosamente una de esas “vuelta a los principios” la encontramos en algo sucedido: el sabor de los tomates. A todos nos gusta la comida (…, si vale, ha sido algo sumamente básico) pero del mismo modo que nos gusta probar nuestros alimentos o comidas sumamente preparadas, solemos disfrutar de productos recién recolectados o recién producidos. Las evidencias son claras: no saben igual las verduras que compramos en supermercados o mercados, que las que comemos directamente recogidas de la huerta.

A nivel musical está claro que la evolución es evidente aunque con un “pequeño” matiz. Los instrumentos musicales siguen siendo los mismos que los de un ayer inmediato, puede haber mejoras pero la base es siempre la misma. Y es que resulta curioso que solemos catalogar de manera más positiva aquellos discos con ciertos aires del ayer, que algunos títulos más actuales.

Curiosamente uno de los terrenos que aparece quedar algo más al margen de la necesidad de regresar a nuestras raíces, no es otro que el terreno de los programas informáticos. A nadie se le escapa que el lanzamiento de programas es constante pero ¿Qué sucede? Los programas mejor valorados son los que ya llevan un tiempo en el mercado.

Los avances tecnológicos nos hacen comprende que si bien es cierto que caminamos hacia adelante, somos consciente de manera silenciosa que seguimos valorando de manera positiva aquellos orígenes que nos ayudan a comprender el yo más actual. Y es del mismo modo que somos conscientes de que esa misma tecnología que ns hace avanzar (aunque en ocasiones suspiremos por ello) es la misma que debe partir de la base de nuestro ayer.

Y es que disfrutamos de la tecnología del ahora pero con los pasos de nuestro propio ayer. Quizás pueda sonar poético pero la realidad está ahí: la tecnología se disfruta, nuestro ayer se vive…y eso está escrito con nuestra realidad más personal.


Y dicho esto… hasta mañana ^_^

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