Las comunidades virtuales
enfocadas al ámbito social, hoy por hoy caminan más con los pasos del recuerdo
pero con la leve solidez del presente. Expresado de esta manera puede sonar muy
poético pero la realidad no es otra que el presente de estas comunidades es más
bien en línea descendente.
Podríamos encajar en estas
comunidades tanto a Second Life como a Imvu, comunidades si bien es cierto con
un amplio número de seguidores, también habría que comentar que el número de usuarios
es menor en comparación a años atrás.
Y justo en esa parte del
silencio, es donde estas comunidades guardan un curioso as bajo la manga
imperceptible a no ser que se escuche el silencio general. Volveríamos al punto
de la poesía pero la realidad es mucho más cercana de lo que nadie se puede
llegar a imaginar. Resulta curioso que para descubrir este as, debamos hacer un
ejercicio de retrospección y pensar ¿somos conscientes del peso de nuestras
palabras en la red?
Las comunidades virtuales se
nutren de usuarios los cuales a su vez, y siempre enfocado a un aspecto
meramente social, son un cincuenta por ciento letras y un cincuenta por ciento
aspecto gráfico visual. Curiosamente existe una realidad innegable: las
comunidades virtuales son los lugares-programas-universos (por llamarlas de una
manera un poco genérica) ideales y más directos en cuanto a la
creación-personalización de avatares virtuales.
Dejando de lado esto para dar con
el “pequeño” as que esconden estas comunidades habría que analizar diferentes
factores dentro del núcleo de sus usuarios pero lejos de analizar aspectos físicos,
habría que analizar tanto el uso como el lenguaje usado por estos. Seamos honestos:
en estas comunidades los avatares siempre van a ser en su gran parte cuerpos
musculados, figuras esbeltas, tatuajes, altura, etc…
Y es ahí donde encontramos la
primera pista: ya puedes tener el avatar más espectacular del mundo que lo que
vas a mostrarle al resto de usuarios será aquello que escribas. Una cosa bien
clara que mostramos al mundo no es otra que el cómo somos (de manera interior)
con nuestra forma de escribir. Lógicamente si estamos únicamente atentos a aspectos
físicos, es algo que pasará totalmente desapercibido, de ahí la importancia de
ser conscientes de nuestras palabras.
Las palabras tienen algo: poder,
y es algo en lo que las comunidades virtuales pueden aprovechar. Y si digo
pueden es porque lejos de potenciar este factor, estas comunidades parecen
apuntar más hacia aspectos estético-virtuales que hacía cualquier otro
elemento. Los usuarios de estos lugares, tienen infinidad de motivos para
usarlas, y todos, absolutamente todos, son válidos, siempre y cuando se asienten
en unas políticas de uso que rara vez se leen, las cosas como son, están ahí
pero eso mismo, ahí para quien tenga paciencia.
Los usuarios/as de estas
comunidades usan un avatar pero con la persona. Uno de los problemas que suelen
aparecer en estos lugres no es otro que el choque de ideales sean del tipo que
sean, es algo habitual en lugares donde se reúne gente de diversos lugares, en
ese momento ya vienen las discrepancias, los conflictos, las quejas hacía el programa
(resulta curioso como se culpabiliza al programa en lugar de al usuario) y los
problemas.
Las palabras son clave en el as
que tienen las comunidades virtuales. Y es que si realmente fuésemos
conscientes del poder de las palabras, estas comunidades pondrían el listón realmente
alto en cuanto a webs-lugares útiles. Debemos ser conscientes: nuestras palabras
pueden cambiar aunque sea de manera mínima a una persona. Aclarar en este punto
que debemos poner los pies en el suelo (pero las alas en el cielo, eso
siempre): no vamos a mover el mundo pero si a crear un camino. Cuando una
persona está baja de ánimos, una palabra o una buena conversación, puede
alegrarle y mejorarle el ánimo. Algunos usuarios/as usan estas comunidades para
evadirse de su entorno, podemos estar o no de acuerdo pero es totalmente
respetable. Curiosamente cuando nos encontramos en estos casos debemos ser
consciente de nuestras palabras. Seguramente alguna persona gruña pero pongamos
un simpático ejemplo: nos encontramos con un usuario que quiere ser Batman
¿Quiénes somos nosotros para decirle que no lo sea? La persona que se encuentra
detrás será feliz queriendo ser Batman ¿Qué lo conseguirá? Seamos realistas, pero
si podemos animarle a que, como hace Batman, ayude a la gente aunque sea con un
pequeño gesto.
Sucede que en ocasiones, y esto
es una sensación totalmente personal que tengo, da rabia que los demás sean
felices. Las comunidades virtuales llevan este asunto con total rutina. Y es
ahí donde deben ser conscientes del potencial de sus palabras: las palabras de
sus usuarios. Existe en este punto un elemento clave que no es otro que la
cierta duda acerca de si estas comunidades son un juego o no, está claro que si
hacemos la variable y la comparativa con otros “elementos” informáticos, me atrevería
e a decir que no lo son, aunque estos, y más por tecnicismos y por aspectos sociales,
es una opinión totalmente personal.
Las comunidades virtuales cuentan
con el potencial de la palabra, del poder de hacer cambiar las cosas fuera de
estas comunidades si realmente saben aprovecharlas, está claro que poder pueden….que quieran es otra
cosa.
Y dicho esto…hasta mañana ^_^
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