Entre las muchísimas novedades de
la pasada MCW celebrada en Barcelona este año, uno de los temas que sonó en
todo el ambiente, por decirlo de una manera coloquial, no fue otra que “el
internet de las cosas” que tras ese nombre cogido al vuelo y de manera
improvisada vemos que es que cualquier cosa, en su más amplio concepto, esté
conectada a la red.
Pero para eso habría que analizar
en qué estado se encuentra la red. Es fácil encender un móvil o un pc y ponerse
a navegar pero claro, para hacerlo hace falta una infraestructura de redes.
Muchas ciudades disponen de puntos de acceso a la red gratuitos, con
limitaciones como podrían ser la prohibición de descargar discos, programas,
películas, ect., pero accesibles a cualquier usuario con dispositivo móvil.
Viajando en el tiempo se observa
como la red ha cambiado de manera más que notable, atrás quedan los años en los
que Netscape era el amo de una red que iba en pañales y en los que para ver un
giff te podías pasar un buen rato mientras el sonido del router te recordaba a
aquellos zx spectrum de cassette.
La red ha cambiado, eso es
innegable pero no podemos olvidar algo importante: la evolución del tiempo.
Dejando de lado algunas ideas sobre la no-evolución al ver ciertos
comportamientos que se producen en la red, lo cierto es que la red ya no se
consume como se consumía años atrás.
Tanto la forma de comunicarnos como la forma en que entendemos las cosas
ha cambiado y en la red esa sensación es evidente.
Seamos sinceros: hoy en día o se
está en la red o no existes. Todo comercio, sea del tipo que sea necesita del
potencial que ofrece la red para crecer o simplemente mantenerse. En este
aspecto debemos reconocer el gran éxito de la red, el consumidor puede tiene
más oferta lo cual se puede traducir sin temor alguno a más demanda. No iríamos
desencaminados si dijésemos que es ahora el comprador quien pone el precio:
busco esto y pago X…si me lo vendes bien si no busco otro lugar.
Una de las ideas que circulan por
la mente de muchos directivos de grandes empresas no es otra que hacer llegar
la red a todo el mundo de manera gratuita. Ni que decir tiene que las empresas
de telefonía ya han puesto el grito en el cielo. Pero claro, si bien es cierto
que la idea de acceso a la red para todo el mundo es buena, existen multitud de
barreras.
La primera, y quizás la más
importante desde un punto de vista económico, es que dudo que las grandes
empresas inviertan en infraestructuras, quizás vivamos en grandes ciudades pero
no están preparadas. Una ciudad puede tener puntos de acceso a la red pero no
por ello tener un buen servicio.
Pero sin duda alguna, y desde un
punto de vista totalmente personal, la mentalidad sobre el uso de la red no es
lo suficientemente madura como para que todo el mundo tenga acceso a la red. Me
suena un tanto cínico que se pueda llegar a ofrecer internet gratis a un país
en el que la gente muera de hambre o
países en los que el índice de analfabetismo sea elevado. Aunque claro, esta idea choca con el conocimiento de
que la red es una fuente inagotable de conocimiento. La clave está clara:
educar ¿la forma? Quizás creando un
mejor sistema educativo o creando programas de desarrollos más accesibles.
Dejando de lado estos aspectos lo
cierto es que la red evoluciona al mismo tiempo que las personas. Ha cambiado
la forma de entender el ciberespacio, de navegar, incluso de comerciar pero esa
misma evolución choca de lleno con comportamientos “primitivos” que hacen que
el desconocimiento del típico “causa-efecto” cause mayores problemas de los que
se imaginan.
Cuando una persona que nunca ha
navegado por la red accede a ella se queda asombrado ante el universo que tiene
ante sus ojos aunque claro, esto conlleva a que la emoción provoque errores de
comportamiento, una vez más la palabra “educación” tiene algo que ver.
¿Acceso global a la red? Antes
habría que realizar acciones con las personas, no con los ordenadores.
Y dicho esto…hasta mañana ^_^
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